Todos deseábamos ser Dominicana
Marzo 12 del 2009
Por LUIS RAFAEL MADERA
Al momento de saltar al terreno de juego todos éramos dominicanos, de eso no existían dudas. El destino nos tenía deparada una mayúscula sorpresa: ser eliminados en el Clásico Mundial de Béisbol de este 2009 en primera ronda. Como si el diminuto David, solo con un cáñamo, terminara con el bien armado Goliat por dos ocasiones inmediatas, el azar pudo más que la razón. Ganar y perder son gajes del oficio, pero Holanda borró todas nuestras expectativas, perspectivas y sueños. Desde el fatídico error de Willy Aybar, muchos se bajaron de la nave de la dominicanidad. ¡Así somos y somos así!
Esta sociedad está necesitada de victorias más allá de aquellas que se exhiben por cualquier rincón de la nación, sin historia ni hidalguías. El llanto ha abochornado todos los escondrijos del país. Pero las raíces de esta infamia no se tratan con verdadera responsabilidad. La prensa nacional es sumamente ligera, poco acuciosa y en exceso comprometida con causas indefendibles. El análisis ha desaparecido en el campo de los deportes.
Los que efectivamente naufragaron estaban incrustados en el comité gestor del equipo dominicano. Cada quien tiene que tener responsabilidades en la justa dimensión. Hay aras que nada aportan ni cooperaran en la estructuración de una novena nacional.
Es un mal de nuestra hombría más allá de lo prudencial, sucede igual en todas las disciplinas, siempre aparece un buscón, un chulo de la actividad del músculo y la mente, de esos que estamos hartos hasta la saciedad, que dice tener todos los contactos, innumerables llaves y puños para tocar las puertas. Pero a la hora de conformar y confirmar el grupo definitivo empiezan las deserciones; para el fanático empieza la decepción y este, tan golpeado siempre por variadas instancias y tan escasamente reconocido, es el verdadero protagonista del espectáculo, el que debería tener casi todas las razones.
Quedó develado que no hay verdaderas ascendencias sobre nuestros más encumbrados ídolos. Desde octubre del año pasado debió de contarse con un grupo definitivo, sabiéndonos ciertamente que somos un país exportador de dos tipos de nacionales, y una de ella son los jugadores de béisbol.
Hubo murallas que no se quisieron ladear. Todo el mundo eleva el dedo acusador sobre Aramis Ramírez, pero en la psiquis de este muchacho pesó más la sombra de Alex Rodríguez. ¿Es tan difícil acercarse a un compañero de faena?... después de los puntos suspensivos, que no son tres puntos suspensivos, Miguel Tejada recibió el mote de “pelotero de la Patria” y hasta con su figura hubo diferencias en el sentido comunicacional. Todos tenemos la percepción de que el seguro de Luis Pujols era poco más de un simple trámite y jamás llegó.
Ahora acusamos a los dueños de equipo, los verdaderos propietarios de los contratos que atan a los jugadores, pero hace tiempo que en otros campos eso está definitivamente resuelto. La estricta Cuba permitió que sus jugadoras de voleibol jugaran en el exterior y no hubo problemas para retornar a la selección antillana cuantas veces fuera necesario. El Barcelona cede a Leo Messi al onceno albiceleste, algunas veces a regañadientes, y el Napoli prestaba a Diego Armando Maradona en sus momentos más sublimes. El Real Madrid se queda huérfano de Casillas, Raúl, Robinho, y otros tantos, cuando tienen que acudir al “llamado de la Patria”.
Conformamos un grupo heterogéneo de buenos jugadores, unos lejos de su condición física y otros golpeados por las primeras exclusiones. Quizás no hubo una respuesta colectiva correcta. No hubo quien rectificara después de un paso al costado. Me atrevería a llegar más lejos: no teníamos un equipo, esa parece haber sido la tónica en las dos versiones. La dirigencia trató de hacer su trabajo lo mejor posible, los lanzadores respondieron adecuadamente, pero la ofensiva brilló por su ausencia y hubo baches defensivos altamente costosos. Faltó la chispa que encendiera esas pasiones, el batazo oportuno o la confianza necesaria para demostrar que verdaderamente somos de los mejores en esta disciplina.
Esta jornada que ya inscribe dos versiones, 2006 y 2009, con una más señalada para dentro de 4 años, es hasta el momento un absurdo que no tiene parangón. Los propios organizadores imponen todo tipo de restricciones y mientras tanta “plepla” se habló (dominicanismo que define hablar basura) desde las mismas oficinas del señor Bud Selig, hay muchas cosas que aclarar y definir para un futuro con cierta lucidez. Pensar que se destronaría el fútbol con un evento de medio pelo es un simple desvarío.
Deportivamente, es imposible pensar que un equipo donde estuvieran Ronald Koeman, Patrick Kluivert, Frank de Boer, Frank Rijaard, Ruud Krol, Ruud Gullit, Johan Cruyff, Marco van Basten, Willens van Henegem, Edwin van der Sar, Marc Overmans, Philip Cocu, Clarence Seedorf o Rudd van Nistelrooy sería detenido por la defensa de cualquier selección dominicana de balompié. Así de grande debe verse este triunfo de Países Bajos.
Pienso que los holandeses, que no exhibieron ningún poder ofensivo en esta etapa de la justa, trataron de armar un cuerpo de lanzadores lo más apegado a “el librito”, ese volumen deportivo jamás escrito, pero del que todo dirigente se vale para armar sus jugadas. Ahora, aumentado por la magia de la tecnología. Parecía como si Bert Blyleven las tenía todas consigo. Seguro eso fue fruto de horas interminables frente a un televisor. El seguimiento a nuestros oponentes también es un vector que solemos olvidar.
Dominicana se concentró en manejar los pormenores, todo aquello que no tenía relación con el diamante de juego. La entrada y salida de nombres y hombres fue un entretenimiento que desbordó nuestras expectativas. Hasta el absurdo de incluir como posibilidad a Samuel Sosa nos distrajo. La novelita de Alex Rodríguez continuará con más capítulos por lo menos durante cuatro años más y sin ningún tipo de decisión.
Es imposible pensar que Héctor –Tito- Pereyra tiene la misma ascendencia que un Julio Grondona, para citar un ejemplo en nuestro idioma. Que Leonardo Matos Berrido el mismo abolengo que Ángel María Villar Llona o de un Silvio Berlusconi. Demasiados santos para tan escasos altares. Decía el biógrafo francés André Maurois: “el miedo es el más peligroso de los sentimientos colectivos”, y aquí hubo mucho de ese reconcomio. Turbación por no contar con todos esos nombres efectistas.
El aspecto físico tan fundamental, depositado siempre al cuidado de un encantador como Ángel Presinal Doñé imprimió en el clausurado “mini-camp” una alegría importante en la preparación, lo que nos vaticinaba que llegaríamos en condiciones servidas al clasificatorio. En ese instante fueron muy pocos los que se bajaron. Todos querían ser Dominicana. La opción para entrar o salir siempre fue a puertas abiertas y no contamos con una unidad definida.
Me gustaría pensar que no ha sido una despedida para Felipe Rojas Alou, creo que “El Panqué” siempre estará en todas las ocasiones que esta dominicanidad tan matizada lo necesite.
En lo adelante, pensar más con la razón y dejar de lado tantas emotividades. Fracasamos nosotros todos, queda la esperanza de un nuevo clásico dentro de 4 años, sin David Ortiz, Pedro Martínez, Manny Ramírez, Vladimir Guerrero, pero también la necesidad de corregir muchos errores en la organización, a nivel domestico e internacional. Solo así podremos ascender al lugar donde todos pensamos deberíamos estar.
15 de marzo de 2009
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